Organizan:
Centro di Studi sul Cinema Italiano
Filmoteca de Cantabria
Filmoteca de Catalunya
Fundació “ Sa Nostra”-Caixa de Balears
IVAC-Filmoteca Valenciana
Colaboran:
Cinecittà Luce, Istituto Italiano di Cultura di Barcellona
Patrocina:
Consolato Generale d’Italia a Barcellona
Agradecimientos:
Adriana Chiesa Enterprises, Fandango, Marechiarofilm, Nobu Productions, Ondemotive, Rai Trade
Centro di Studi sul Cinema Italiano
Filmoteca de Cantabria
Filmoteca de Catalunya
Fundació “ Sa Nostra”-Caixa de Balears
IVAC-Filmoteca Valenciana
Colaboran:
Cinecittà Luce, Istituto Italiano di Cultura di Barcellona
Patrocina:
Consolato Generale d’Italia a Barcellona
Agradecimientos:
Adriana Chiesa Enterprises, Fandango, Marechiarofilm, Nobu Productions, Ondemotive, Rai Trade
A finales de los años 90 una nueva generación de cineastas italianos se estrena detrás de la cámara, y lo hace de manera “artesanal”, fuera de los cauces de la industria y, por tanto, lejos de Roma y de los estudios de Cinecittà.
La pérdida del centro (simbólico, productivo) impulsa un nuevo proceso de exploración del territorio, y el País real vuelve a las pantallas con sus aires de provincias, las periferias de sus ciudades, sus cascos antiguos degradados en los que brilla por su ausencia aquella Italia monumental que todo el mundo (re)conoce como Bel Paese.
El espacio sólidamente construido de este nuevo cine deja de ser simple telón de fondo para convertirse en protagonista. Desaparecen los géneros fuertes del cine clásico italiano con sus tópicos. Se hibridan las formas.
Todo nos habla del aquí y ahora –incluso las historias de ficción, incluso las películas que miran hacia el pasado (Il partigiano Johnny, Il resto di niente)– y lo hace en la lengua propia de las personas de carne y huevo, que no es el romanesco “domesticado” o el idioma estandarizado del cine de género, sino el napolitano cerrado de Gomorra, que llega a las salas subtitulada al... italiano.
Desde el punto de vista argumental, los nuevos realizadores entablan una intensa dialéctica entre la esfera social y la individual, que les permite esquivar el riesgo de una lectura panfletaria o políticamente correcta de la realidad, o bien caer en lo umbilical que no despierta reflexiones ni emociones (Radio Freccia, Paz!).
Dentro de este propicio caldo de cultivo, crece también una nueva generación de actores –Luigi Lo Cascio, Stefano Accorsi– que, en Italia, ya han alcanzado el status de “divo”.
Los resultados del proceso que venimos describiendo están a la vista de todos: en una década, el cine italiano ha pasado del 21,8% al 31,9% (2010) de la cuota de pantalla.
Ahora hay que acompañar a nuestro cine fuera de las fronteras nacionales con el apoyo imprescindible de todos aquellos que creen que la cultura nos hace a todos un poco más libres. El ciclo que se inaugura en Barcelona con dieciséis películas –diez de las cuales inéditas en España– es nuestra contribución a esa tarea que, como responsables del CSCI, venimos desarrollando desde el año 2000 en España. En él están representadas las principales líneas de desarrollo del cine italiano contemporáneo, tanto de ficción como documental.
La pérdida del centro (simbólico, productivo) impulsa un nuevo proceso de exploración del territorio, y el País real vuelve a las pantallas con sus aires de provincias, las periferias de sus ciudades, sus cascos antiguos degradados en los que brilla por su ausencia aquella Italia monumental que todo el mundo (re)conoce como Bel Paese.
El espacio sólidamente construido de este nuevo cine deja de ser simple telón de fondo para convertirse en protagonista. Desaparecen los géneros fuertes del cine clásico italiano con sus tópicos. Se hibridan las formas.
Todo nos habla del aquí y ahora –incluso las historias de ficción, incluso las películas que miran hacia el pasado (Il partigiano Johnny, Il resto di niente)– y lo hace en la lengua propia de las personas de carne y huevo, que no es el romanesco “domesticado” o el idioma estandarizado del cine de género, sino el napolitano cerrado de Gomorra, que llega a las salas subtitulada al... italiano.
Desde el punto de vista argumental, los nuevos realizadores entablan una intensa dialéctica entre la esfera social y la individual, que les permite esquivar el riesgo de una lectura panfletaria o políticamente correcta de la realidad, o bien caer en lo umbilical que no despierta reflexiones ni emociones (Radio Freccia, Paz!).
Dentro de este propicio caldo de cultivo, crece también una nueva generación de actores –Luigi Lo Cascio, Stefano Accorsi– que, en Italia, ya han alcanzado el status de “divo”.
Los resultados del proceso que venimos describiendo están a la vista de todos: en una década, el cine italiano ha pasado del 21,8% al 31,9% (2010) de la cuota de pantalla.
Ahora hay que acompañar a nuestro cine fuera de las fronteras nacionales con el apoyo imprescindible de todos aquellos que creen que la cultura nos hace a todos un poco más libres. El ciclo que se inaugura en Barcelona con dieciséis películas –diez de las cuales inéditas en España– es nuestra contribución a esa tarea que, como responsables del CSCI, venimos desarrollando desde el año 2000 en España. En él están representadas las principales líneas de desarrollo del cine italiano contemporáneo, tanto de ficción como documental.
Daniela Aronica (Directora CSCI)
Sedes:
Filmoteca de Catalunya (29 mar - 23 abr) / Centre Cultural "Sa Nostra"-Caixa de Balears (Palma de Mallorca, 20 abr - 25 may) / Filmoteca de Cantabria (Santander, mayo-junio) / IVAC-La Filmoteca (Valencia, julio)
Filmoteca de Catalunya (29 mar - 23 abr) / Centre Cultural "Sa Nostra"-Caixa de Balears (Palma de Mallorca, 20 abr - 25 may) / Filmoteca de Cantabria (Santander, mayo-junio) / IVAC-La Filmoteca (Valencia, julio)
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